El gerente general de una empresa muy importante se puso de pie y dijo con voz enérgica y tono agresivo -“No estoy de acuerdo en que hayamos invertido tanto tiempo en ésta dinámica, no me aporta mucho y no veo en qué puede aportar esto a mi equipo, ¿cuánto tiempo más tenemos que esperar para hacer algo útil? ¡Yo no te contraté para esto!”… esa es la frase que dejó en el aire a una coach en una capacitación, y en su interior sólo atinó a pensar “Dios mío, disimula mi cara, ese tonito de voz me dejó en el aire, ayúdame a manejar esto de manera profesional…. Dios mío, de verdad que necesito que me ayudes AHORA!!!”.
Pero esta historia no empieza en esta capacitación, sino en una conversación amical sobre temas cotidianos como: en dónde trabajas, qué chévere que te estés preparando para correr 21k o cómo así decidiste estudiar coaching; continuó con una llamada en la semana para preguntarle si podía capacitar en temas de coaching a un grupo de profesionales másters y PHD´s, y finalizó formalmente en una capacitación de dos días.
La lógica de la capacitación fue hecha con un equipo de profesionales en el tema, el contenido fue consultado también con expertos en temas de coaching, se revisó el material de 4 capacitaciones, lecturas y temas de una Maestría en Coaching, conversaciones vía Skype con coaches con más de 5 años de experiencia, se utilizaron alrededor de 12 horas para conseguir algo a la medida, en resumen: la capacitación era buena, estaba muy bien pensada y organizada. Pero, ¿qué hacer cuando al “dueño del circo” no le gusta? ¿Por qué pasó esto? Esas dos preguntas también se las hizo la capacitadora en el momento del grito y atinó a parar la capacitación y preguntarle al resto de participantes lo que pensaban de la capacitación, y después de que todos expusieron sus puntos de vista, salió lo esencial, era un problema de expectativas, no de falta de preparación del contenido ni de comunicación por parte del gerente general, sino que ella quería dar todo un contexto teórico antes de la parte práctica y él quería sólo una parte práctica. Y ahí apareció otra pregunta en su cabeza ¿Y ahora qué hago en la tarde? Su esquema estaba pensado de forma diferente, y tenía que cambiarlo o mejor dicho inventarlo en el momento, porque fue sin plan B, confió en su plan super armado y en la seguridad de que antes había dado capacitaciones, en que manejaba el tema, etc., etc. Este momento difícil fue antes del almuerzo, y eso la ayudó, pues mientras todos conversaban sobre la ensalada, la lasaña y el cheescake, ella pensaba en lo que iba a hacer en la tarde, cómo cambiar el contenido, en qué parte de su lap top podría tener casos, etc., etc. Al final del día, el gerente general le agradeció por cambiar su esquema original y hacer lo que él esperaba.
Para el segundo día de capacitación tuvo plan B, C y D, además la semana anterior le mandó el horario y contenido al gerente general, lo llamó por teléfono y un día antes volvió a escribirle preguntándole si todo estaba bien o si quería abarcar algún tema más. Ese día, antes de que la capacitación empiece, él la llamó y pidió disculpas por la forma en la que le habló, y la felicitó por haber manejado bien la situación.
¿Qué aprendió ella con esta experiencia? Varias cosas importantes y nos las comparte:
• Dios entiende perfectamente el significado de la palabra AHORA.
• Antes de una capacitación hay que tener muy claras las expectativas de ambos lados.
• No es suficiente ser amigos sino tratar de manera profesional temas profesionales.
• No se puede caminar con un único plan (por más preparado, estructurado y lógico que sea) en la vida.
Pero sobre todo aprendió que a veces las cosas no salen como uno quiere, a pesar de que uno se esfuerza mucho, y es que como dice un antiguo dicho “yo no soy pepita de oro (en este caso, su capacitación no es pepita de oro) para gustarle a todo el mundo”, así que humildad y a seguir avanzando.
Verónica Neuenschwander Sahurie
Coach Integral