¿Cómo lidiar con el dolor de la muerte y seguir trabajando? *

¡Qué dolor, qué pena, nadie lo esperaba! ¿Qué pasó? ¡Pero si se le veía sano! Uno no procesa tan rápido la muerte de alguien cuando ha sido inesperada, aparecen muchas preguntas y reflexiones, podríamos resumirlas así: ¿Cómo manejo esta ausencia repentina? En mi vida había un espacio para esa persona y ahora ya no está.

Este artículo no pretende cubrir todos los aspectos del duelo, sino brindar unas palabras de aliento para todos aquellos que en las empresas han vivido la muerte de alguien cercano o de algún compañero de trabajo. Asumir la realidad de la muerte no es fácil aunque todos sepamos que es parte de la vida y que en algún momento nos va a llegar, porque el día a día nos pide que sigamos avanzando: las responsabilidades del trabajo, los clientes, los otros compañeros, todo esto sigue… y es que la vida continúa… pero ¿Cómo continuar cuando uno está sufriendo mucho? ¿Cuándo la pena está afectando?

El duelo es un momento de confusión, de sentimientos extraños, que genera diferentes reacciones en los trabajadores; los que creen en Dios entienden que existe la vida eterna y eso les da más tranquilidad y esperanza, aunque no significa que sufran menos; otros se ponen racionales y se repiten a sí mismos “sigue, no hay nada qué hacer, ya fue, sé fuerte, así es la vida”; algunos pueden tener problemas de concentración y les cuesta mucho terminar sus tareas; a otros los sentimientos los abruman y tendrán pena o rabia, llorarán o renegarán con más frecuencia, dejarán de comer o tendrán problemas para dormir, etc., etc. No se trata de hacer comparaciones y ver a quién le está afectando más y pensar que como hay personas que la están pasando peor que uno, el propio dolor no es válido; para nada, porque eso no alivia la propia pena. El dolor es una experiencia subjetiva y para sanarlo hay que aceptarlo.

Demostrar vulnerabilidad en el trabajo es algo poco entendido en la actualidad, mostrarse molesto, triste o incluso preocupado se interpreta como falta de profesionalismo y madurez, y escuchamos frases como “se está quebrando”, “no le da”, “necesita desarrollarse más”; frases peyorativas que en el fondo sólo demuestran ignorancia sobre las formas de lidiar con el dolor, irónicamente de manera profesional y madura. Esta es una de las creencias más fuertes que hay que trabajar en las organizaciones. Los sentimientos que uno expresa cuando está sufriendo un duelo son naturales, saludables y parte importante del proceso de recuperación. No hay que asustarse frente a estos momentos que todos en algún momento vamos a vivir como trabajadores, sólo hay que aceptarlos.

Por lo dicho anteriormente, es recomendable que en las empresas se tenga en cuenta que no es suficiente con facilitarles tiempos a los trabajadores para que asistan al velorio o entierro, o darles los días libres que la ley permite en cada país; sino que convendría pensarse en algún tipo de acompañamiento organizacional para los colaboradores que han perdido a un ser querido o trabajaban en el mismo equipo de la persona que falleció. Que los trabajadores tengan un espacio para hablar de cómo están, recordarles su individualidad para que reconozcan que cada uno vive el proceso a su manera y que al mismo tiempo pueden sentirse acompañados con las maneras de los demás. No apurarlos en su proceso, aceptar que hablen todo lo que quieran del tema, esa es la mejor manera de organizar los pensamientos y sentimientos que van y vienen de forma intempestiva, proveerlos de un ambiente seguro en el que puedan expresar su pena o rabia, sin juzgarlos.

Qué experiencia de aprendizaje tan fuerte sería que cuando ocurra la muerte de algún trabajador o cuando algún colaborador esté de duelo; la organización sea capaz  de compartir el dolor, es decir considerar el dolor como una ocasión para unir a los colaboradores y enseñarles a verse iguales frente a la realidad de la muerte. Que puedan vivir la solidaridad con quienes están pasando por un momento de sufrimiento. Sólo así se convertirá ese período de vacío e incertidumbre en una oportunidad de afianzar vínculos entre trabajadores y, obviamente, cumplir también con el objetivo de superar el dolor con relativa prontitud. Adaptándose a la pérdida poco a poco se da la reorganización.

Se habla mucho de “humanizar” las empresas, veamos las situaciones de duelo sin miedo, como una oportunidad para sacar nuestra mejor versión de nosotros mismos y acompañar a los que están sufriendo a nuestro alrededor, cada uno con la capacidad o habilidad más desarrollada que tenga; algunos con su empatía, otros con su capacidad de generar vínculos, otros con su amabilidad o buen humor, pero sobre todo mostremos una actitud tranquila y acogedora frente a la pena de los demás. Empecemos a ser más solidarios con el sufrimiento de nuestros compañeros de trabajo, seamos realmente “colaboradores” entre nosotros.

 

Verónica Neuenschwander Sahurie

Psicóloga – Coach Integral

Dedicado a mis primos POS, JOS y AOS.

 

 

¿Soy inteligente emocionalmente?

Para saber si este artículo es para ti, analiza si alguna de estas preguntas tiene que ver contigo:

·        ¿Te das cuenta que tienes que controlar tu carácter porque te frustras o impacientas cuando los demás no captan tu punto de vista?

·        ¿Te sorprendió que en la evaluación anual de la empresa tu nivel de empatía salga bajo? Tú crees que no entendieron bien las preguntas porque en general tú eres simpático y te relacionas bien con los demás.

·        ¿Te incomoda cuando no entiendes las emociones de los demás o cuando “no los lees”?

·        ¿Normalmente impones tus ideas y defiendes tus argumentos con firmeza?

·        ¿Te sorprendes cuando los demás no entienden tus bromas y te parece que sus reacciones son extrañas o demasiado susceptibles?

Si alguna de estas preguntas hizo eco en ti y piensas que lo único que puedes hacer es ir a clases de actuación y aprender a disimular… te invito a leer este artículo y que al final saques tus propias conclusiones.

Hace poco dicté un taller sobre inteligencia emocional (IE), era un taller on line en el que expuse el tema durante una hora y luego respondí preguntas durante una hora más. La plataforma me permitía interactuar con los participantes y les pregunté si habían escuchado el término “Inteligencia Emocional” y si habían leído o participado antes de un taller sobre el tema. Todos habían escuchado el término y la mayoría había asistido a un taller; y es que actualmente es un tema vital. No en vano se han escrito alrededor de tres mil artículos científicos sobre IE y los datos ahí recogidos demuestran que la IE es un diferenciador clave entre las personas que destacan (profesional o personalmente) y el resto del grupo.

La IE es la capacidad de reconocer sentimientos propios y ajenos y la habilidad para sobrellevarlos. Los elementos que la componen son: auto consciencia (reconocer, entender y gestionar las emociones y estados de ánimo), auto regulación (controlar y re direccionar impulsos y estados de ánimo, ser prudentes), motivación (pasión por trabajar, perseverar con energía para conseguir metas), empatía (percibir las emociones de los demás y tratarlos según sus emociones) y habilidades sociales (manejar relaciones, encontrar puntos en común, construir redes de contacto). De estos cinco elementos, ¿cuáles son actualmente los que tienes desarrollados y los que tienes que mejorar? Si al leer estos componentes la primera persona que se te vino a la cabeza que necesitaba mejorar su IE fue tu jefe, suegra, esposo, hija, vecina, amigo del colegio y demás conocidos; haz una pausa, respira y piensa primero en ti… haz una autoevaluación y mira qué hay por trabajar en ti. De repente no eres tan simpático, gracioso, empático, asertivo, etc. como crees; a veces nos cuesta ver qué es lo que necesitamos mejorar en nosotros mismos pero tenemos clarísimo lo que deben de mejorar las personas que nos rodean.

¿Realmente se puede crecer en inteligencia emocional? Sí, porque de lo que se trata es de que seas tú mismo, sin comportamientos contraproducentes sino con conductas más adaptadas, con hábitos nuevos que remplacen tendencias tóxicas y que tu percepción hacia los demás mejore.

Es un reto en el que hay que fijar la mirada en lo que se va a ganar, no quedarse sólo en el esfuerzo. Para eso les dejo algunas herramientas que los pueden ayudar a desarrollar su IE.

·        Buenos programas de coaching o de desarrollo personal: numerosos estudios demuestran la plasticidad del cerebro y la capacidad para formar nuevos hábitos. Hay que tener en cuenta que algunas personas son más “coacheables”, es decir están más abiertas al cambio y son valientes para salir de su zona de confort.

·        Recibir feedback: todos tenemos puntos ciegos, dejemos que los demás nos ayuden a verlos.

·        Hacer pausas: para escucharte a ti mismo (pensar antes de hablar, leer tus signos físicos: sudoración, tembladera, dolor de cabeza, etc.) y para escuchar a los demás (es un diálogo no un monólogo).

·        Ponerse los “dos zapatos”: ver tus puntos de vista y los del otro.

·        Aprender de los errores: no seguir cometiéndolos, cambiar de estrategias.

·        La IE se relaciona con la madurez: las experiencias de la vida y asumir responsabilidades nos enseñan a conocernos más y manejarnos mejor.

Lo que tú tienes que ofrecer a los demás, nadie más lo hará como tú, porque eres único e irrepetible, por lo tanto trabajar en tu IE siempre valdrá la pena, porque estarás construyendo una vida y una carrera exitosa que te llenarán de satisfacción a ti y a las personas que te rodean. ¿Aceptas el reto?.

 

Verónica Neuenschwander Sahurie

Psicóloga – Coach Integral

 

¿Encajo en la Empresa?

Esta es una pregunta que últimamente he escuchado a algunos de mis coachees, y es que después de un tiempo en la misma empresa surge naturalmente esta interrogante. No necesariamente porque la persona está insatisfecha, más bien brota como una reflexión natural. No es recomendable hacerla si la persona está recién entrando a una empresa o está en un tiempo de adaptación, esta pregunta es para cuando uno se encuentra en un periodo de “madurez” profesional, es decir después de tener la experiencia de haber pasado por momentos positivos y negativos en una compañía. Si se encuentran en este momento, los invito a que hagan un autoanálisis mientras leen este pequeño artículo.

Para que el colaborador pueda desempeñar adecuadamente su trabajo, es necesario que exista una congruencia entre el conjunto de valores de la persona y la cultura de la organización;  este es el punto clave para saber si encaja o no en una empresa. Entendiendo que las empresas tienen una misión, visión, valores y desean ciertas competencias en sus colaboradores; así como los colaboradores tienes aspiraciones profesionales, buscan oportunidades de desarrollo y aprendizaje y tienen valores que los hacen crecer como personas. Podríamos decir que de lo que se trata es de analizar los puntos fuertes en los que se unen las necesidades de la organización con las necesidades de la persona, buscar el espacio de congruencia entre la persona y la empresa.

Es importante entender también que es un trabajo de ambos lados, la empresa y el colaborador deben tomar consciencia de la situación actual y comprometerse a través de acciones concretas para que este espacio de congruencia sea cada vez mayor, buscando eliminar barreras institucionales y personales, sólo así la brecha entre lo que se espera y la realidad disminuirá. Si no se cae en el círculo vicioso de que los colaboradores no cumplen lo que espera la empresa y la empresa no da los beneficios que los trabajadores esperan.

Para hablar de encajar, tenemos que tener en cuenta dos aspectos. El primero es el que se refiere a las habilidades “duras” o destrezas definidas que necesita una persona en determinado puesto, es decir sus niveles de conocimiento sobre temas específicos y sus habilidades cognitivas. El otro aspecto a considerar son las habilidades “blandas”, que se refiere a los comportamientos de la persona, su desempeño social y manejo emocional. Ambos aspectos se complementan y hay que darles la misma importancia. Como escuché en una conferencia: “No nos sirve ni tener un genio desadaptado en la empresa ni tener un tonto motivado”. Para saber sobre cuál de estos aspectos hay que trabajar, las empresas cuentan con diferentes herramientas como: Evaluaciones de Desempeño, Evaluaciones 360, Evaluaciones de Clima Laboral, Mapas de Puesto, Manuales de Funciones, Matrices de Análisis Personal, Matrices de Identificación de Valores, entre otras. Lamentablemente estas herramientas a veces se usan sólo como diagnósticos, pero no se realizan planes de desarrollo o actividades de seguimiento para que los resultados obtenidos a través de estas herramientas sirvan como base para un trabajo más completo y útil a mediano y largo plazo.

A continuación les doy algunos puntos para que su autoanálisis sea aún más concreto y puedan identificar por dónde hay que empezar a responder la pregunta sobre si encajan o no en su actual trabajo:

·        Alinear expectativas (¿Lo que espera la empresa para mí es lo que yo puedo dar o lo que necesito?).

·        Evaluar la realidad actual (¿necesito mejorar mis habilidades duras o blandas para estar al nivel que mi posición lo requiere?).

·        Seleccionar las actividades de desarrollo adecuadas para satisfacer esas necesidades percibidas (¿Qué voy a hacer?).

·        Establecer metas y objetivos a corto, medio y largo plazo a nivel profesional y personal (Recibiré sesiones de coaching, luego estudiaré un curso de actualización y en un año llevaré una maestría).

Recomiendo que estas mismas preguntas sean hechas por los directivos de la empresa, pensando concretamente en sus colaboradores. Por ejemplo en el punto de Alinear Expectativas (¿Lo que este trabajador puede darnos es lo que la empresa necesita?).

En la medida que los valores de una persona y los de la organización coincidan más, es más probable que la persona permanezca en esa organización, pero además aumentará su satisfacción y realización personal, lo cual se evidencia de forma tangible en su compromiso e identificación con la empresa. Hay  una buena cantidad de investigación científica que apoya esta relación.

Recordemos también que el match o encaje perfecto no existe, a menos que la persona sea el dueño de la empresa. De lo que se trata es de reflexionar y ver de qué  manera la persona puede considerar un futuro profesional en la empresa en la que se encuentra, sabiendo que es el lugar para vivir los propios valores y desarrollar todo el potencial que tiene.

 

El tiempo bajo el Sol

Si eres de los que en estas dos últimas semanas te dijeron que el proyecto de enero recién va en abril; terminaste con tu enamorada y Navidad y Año Nuevo tuviste que dar explicaciones a toda tu familia y ver a qué plan te unías; las millas que te va a regalar tu hermano no son tantas como pensabas; no te responden de España sobre el tema de tu beca y aún no sabes si te irás o no en mayo; es enero y ya hicieron ascensos en tu empresa pero a ti no te han dicho nada, aunque sabes que durante todo enero siguen avisándoles a los trabajadores si los ascienden o no; tu “futuro socio” sigue pensando si es que va a aceptar ser tu socio y te responderá la primera semana de febrero; entras a Facebook y la mayoría de tus amigos escribe algún propósito seguro para el 2017: se casarán y ponen un dibujito de anillo y la foto de su novia, comprarán una casa y ponen las fotos de los planos y cuándo se las entregarán, viajarán a una isla remota y ponen su cara al lado de un pasaje de avión señalando la fecha. Ves todo esto y prefieres salir rápido del Facebook porque tú estás lleno de inseguridades y te preguntas ¿cómo vivir con incertidumbres y no morir de ansiedad o envidia en el camino? Hay muchos que así empiezan este 2017, sin propósitos claros y con incertidumbres reales.

¿Qué le responderías a alguien que te cuenta alguna de sus incertidumbres empezando el año? ¿Te incomodaría porque piensas que es una persona negativa que te va a malograr tus buenas intenciones y propósitos para el 2017? Antes de seguir leyendo este artículo, imagina alguna buena respuesta para alguien que quieres mucho y que ahorita está pasando por un momento de incertidumbre respecto a cómo será este nuevo año.

Espero que hayas encontrado alguna respuesta a esta pregunta difícil, pero la verdad es que no es tan fácil aconsejar, acompañar, acoger, etc. a alguien que pasa por una etapa de inseguridad, justo ahora que estamos empezando el año. Probablemente esta persona está sintiendo temor, y aunque el temor sirve como mecanismo de protección, en situaciones de inseguridad incapacita para pensar con claridad y paraliza el actuar; de repente siente rabia de no tener las cosas controladas, y esto le genera incomprensión y puede tener reacciones irreflexivas y generar conflictos.

Entonces, ¿Qué hacer con la incertidumbre? ¿Sea tu caso o el de alguien cercano?

Primero recuerda quién eres, las cosas buenas que hasta ahora has logrado en tu vida, los momentos en los que te sentías en la cima, en lo mejor de ti y piensa qué es lo que estaba sucediendo para que te sintieras así. En momentos de inseguridad hay que buscar la fuerza adentro de uno mismo, hacer memoria de esos momentos “estelares” que hemos vivido. El ambiente está movido, el exterior no es seguro ni está definido, es por eso que en estos períodos tienes que hacer un buen esfuerzo para no desanimarte, acomplejarte, compararte con los demás ni dejarte llevar por la ansiedad. Es un momento para ir “hacia adentro” y buscar ahí tu valor más profundo.

Busca gente que te conozca, amigos, familiares, compañeros de trabajo, que sabes que te valoran, quieren y conocen en qué eres bueno y también cuáles son tus puntos débiles. No es momento de estar con personas con las que has tenido algún conflicto o no te han valorado.

Si eres creyente, reza, pídele a Dios que te ayude a verte con Su mirada,  ¿quién te valora más y mejor que Dios? Él te creó con ciertas características y talentos y si ahora no los estás viendo, pídele que te ayude a reconocerlos.

Y lo más importante, acepta este momento de incertidumbre. Es mentira eso de que siempre vamos a tener las cosas claras, el horizonte despejado, los propósitos definidos. Hay etapas de dudas e inseguridades que si son bien llevadas ayudan muchísimo a madurar, conocerse y sobre todo re-encontrarse con lo esencial. Aprovecha este momento incómodo para trabajar en la virtud de la paciencia. No se trata de resignarse ni “echarse al abandono” sino de saber esperar. Si las decisiones dependen de otras personas o de circunstancias externas, ten paciencia y espera con realismo y esperanza. Tranquilo, la incertidumbre no te va a matar, sí te va a disgustar y generar malestar, pero es circunstancial y si la vives con prudencia y reflexión puede convertirse enocasión de crecimiento.

Así que si empiezas este 2017 un poco incómodo porque tienes más incertidumbres que propósitos definidos; no tengas miedo, no es un drama. Crecer duele y cuesta, pero siempre es necesario y es para bien. Respira y espera porque todo tiene su tiempo bajo el sol.

Verónica Neuenschwander Sahurie
Coach - Integral

¿Misión cumplida?

Es una frase que todos hemos escuchado, pero que no siempre la hemos podido decir cuando se trata de cambiar de trabajo. ¿Cuándo logramos decir esto en una empresa? ¿En el momento que terminamos un proyecto o llegamos a una fecha límite que nos habíamos propuesto? No es fácil saber cuándo se tiene que renunciar y es que nos llenamos de dudas como ¿Pude haber hecho algo más? ¿Di todo? ¿Me esforcé al máximo de mis capacidades y posibilidades y reconozco que mis competencias no llegan al nivel que la empresa necesita ahora? ¿Cuál es el límite? 

Si buscamos información sobre este tema encontramos de todo;  frases como “Renuncias a tu jefe, no a tu empresa” o “Renuncias a los valores de la empresa porque no son los tuyos” y otros artículos más osados dicen que uno dice eso pero que la verdad es que los colaboradores renuncian porque en el próximo trabajo les van a pagar más. Frente a opiniones tan diversas, decidí buscar a cuatro personas que tenían buenas posiciones en sus empresas y decidieron renunciar, dos de ellas sin tener otra propuesta laboral y los otros teniendo otra opción; así que les comparto un poco sus experiencias. Pongo en cursiva sus frases textuales. Cualquier parecido con tu realidad… no es pura coincidencia.
 
Las ideas que les daban vueltas y no los dejaban tranquilos cuando pensaban en renunciar eran variadas, una de ellas pensaba en que para recibir algo diferente tenía que hacer algo diferente, otro pensaba en que necesitaba un espacio para él y para reorientar objetivos, pensaba incluso en qué tanto de mi forma de ser había cambiado para poderse adaptar a un entorno empresarial, también aparece el tema de ver que por más esfuerzo que uno ha hecho, la empresa en la que está no es de uno, yo quería construir algo que fuera mío, que obedeciera a mi visión y no a la de otras personas. Algo que pudiera dejar como legado.

Si nos damos cuenta, la decisión no es fácil y uno se demora en encontrar seguridad, claramente también tenía en la cabeza el peligro de cambiar mi escenario de estabilidad económica y laboral por un espacio totalmente distinto, me ponía a pensar en si me costaría acostumbrarme a eso, tanto en términos de rutina como en términos de liquidez. 

Los sentimientos en ese momento son encontrados, sentía pena, inseguridad de mí, sentía temor por no saber cómo me afrontaría a estar desempleado, pero a su vez estaba emocionado y con la expectativa de pensar que podría hacer todas las cosas que por falta de tiempo postergaba. También sentía frustración al pensar que mi desmotivación podría estar generando límites en mi rendimiento, sentía que lo correcto era dar lugar a alguien que produzca de acuerdo a lo que mis jefes esperaban.

Las decisiones acertadas en la vida nos dan mucha paz, aunque para ser valientes y realizarlas hayamos tenido que pasar por sentimientos mezclados, por momentos hasta abrumadores…sentí algo de nostalgia porque es como la experiencia de terminar un romance de bastante tiempo (9 años casi). Es ver rotas las ilusiones y renunciar a cumplir promesas que ya no se iban a poder cumplir … después de la nostalgia y algo de tristeza vino la alegría de un nuevo horizonte, amplio, libre. 

Cuando se les pregunta si creen que fue una buena decisión renunciar, todos responden que sí, después de tener sesiones de coaching me sentí segura, me sentí capaz, que era posible, que si iba a poder… descubrí que era buena para otras cosas!!! 

Y explican el por qué, a pesar de los  temores iniciales, pude pensar en muchas cosas, puedo disponer de mi tiempo para producir de otra manera,  descubrí que finalmente postergaba mi renuncia porque estaba en mi zona de confort por la estabilidad que me proporcionaba el trabajo. Salir de esa zona me permitió tomar riesgos en otras cosas y decisiones importantes como emprender algo propio.

Otros ya no estaban tranquilos en la empresa, había algo de desgaste y al final algunas cosas fueron mal manejadas, mi decepción fue fuerte.

Ponerse a pensar en sus renuncias les hacía ver su esfuerzo, su necesidad de crecer más como personas y profesionales, ha sido un enfrentamiento directo con mis mayores temores, inseguridades y contingencias, así como un reconocimiento de aquellas virtudes que me permitirán tener éxito en el futuro. Hay que desarrollar mucho temple.

Al hablar del momento preciso en el que hablaron con sus jefes y les aceptaron la renuncia, algunos dicen que lo primero que se les vino a la cabeza fue la canción de Frozen “ libre soy, libre soy”… las reacciones son de todo tipo, pero algo en común que comparten todos los entrevistados es que estar al frente del jefe y hablar de este tema es difícil, lo primero que pensé fue que mi jefe  no me entendería; sobre todo si le comentaba que estaba renunciando pero no por otro trabajo, sentí alivio por saber que el proceso de renuncia (que tomó buen tiempo por la persuasión de mi jefe y mis dudas) había concluido.

Después de tomar esta decisión importante, los entrevistados aconsejaron a las personas que quieren renunciar que se vayan si realmente creen que ya no pueden dar más en su trabajo, que más arriba no hay lugar para ellas, que se vayan si quiere nuevos resultados en su día a día, que se vayan teniendo un trabajo que les ofrezca nuevas responsabilidades. Que se arriesguen.

Que traten de ver todas las aristas y tengan mucha sobriedad al pensar en renunciar, para que renuncien por las razones correctas y no por impulso, si piensan tomarse un espacio o hacer algo propio, es muy importante ejercitar la autodisciplina hasta en las pequeñas cosas del día a día. 

Es importante que la decisión sea bien pensada y meditada porque más adelante es muy seguro que existan auto cuestionamientos y los argumentos fundamentales para seguir adelante son los objetivos de ese plan general que uno tenga en mente. 

Y es que renunciar no es un juego, es una decisión madura que se toma con la cabeza y el corazón, entonces… ¿Cómo hacer para decir con calma, ESTE ES EL MOMENTO DE RENUNCIAR, sin culpas, escrúpulos, ni comparaciones? Como dicen los entrevistados, pensándolo bien, así que termino este artículo dejándoles una herramienta de autoevaluación concreta de tres puntos, si experimentas los tres puntos… ponte a pensar… 

  1. A nivel físico: No hay bienestar, existen continuos dolores de cabeza, de estómago, cansancio e incluso insomnios (no esperes que te diagnostiquen “burnout”).
  2. A nivel psicológico: Ir a la oficina te genera malestar, incomodidad y falta de entusiasmo, no hay ilusión ni ganas, aparecen ataques de ira o de llanto y se dan  reacciones desproporcionadas frente a eventos menores (no te acostumbres a vivir con “stress”).
  3. A nivel espiritual: no encuentras sentido en lo que haces, tus responsabilidades no te generan realización personal (no te habitués a tener “crisis existenciales” cada fin de mes).

Tómate un tiempo, no se trata de leer este artículo, hacer tu carta de renuncia y hablar con tu jefe HOY!!! De lo que se trata es de que medites con tranquilidad y madurez sin miedo de cuestionar esta área de tu vida;  sólo recuerda que decir “misión cumplida” en el momento adecuado es muy liberador. ¡Ánimo! ¡A pensar con calma!

Verónica Neuenschwander Sahurie
Coach - Integral

Resoluciones del 2016… ¿para qué?

“Este año he decidido hacer dieta”…. “¡Este año como sea me compro un carro y te saco a pasear, ya verás!”... “Mi resolución de este año es poner mi propia empresa, es una idea que ya está madura”… “¡Este es mi año, de todas que correré la maratón de New York!”… “¿Me recomiendas un coach? Me doy cuenta que necesito trabajar en cosas puntuales y quiero empezar este año bien”…. “He hecho un collage con mis New Year´s resolutions, está bravaso, te lo quiero enseñar!”
 
Todas estas frases las he escuchado estas últimas dos semanas; de amigos, familiares y coachees. Escuchándolos a todos me pregunto ¿Por qué el ser humano necesita resoluciones concretas? ¿Por qué empezando el año queremos hacer cosas que nos ayuden a ser mejores? ¿Por qué en enero nos dan ganas de planificar nuestra vida, de hacer cambios?

Hay varias respuestas,  depende del punto de vista que uno se enfoque. Algunos dirán que es una cuestión de moda, que los famosos hacen su lista de resoluciones y por eso todos queremos también tener una lista; otros dirán que es un tema de sensatez, porque nadie quiere que le pasen las mismas cosas malas del año pasado, que sería una locura permanecer en el error o que si te fue bien el año pasado tienes que seguir haciendo lo mismo, es decir que la experiencia enseña;  otros dirán que es sólo un sentimiento, en marzo todos nos olvidaremos de nuestras resoluciones y volveremos a nuestros antiguos hábitos; algunos dirán que es porque el ser humano necesita saber que está avanzando, caminando hacia una meta, porque esforzarse por conseguir algo en sí mismo es motivador, porque necesitamos vernos capaces de crecer, de luchar por nuestras metas, de esforzarnos por mejorar cada día.
 
Y tú, ¿qué respondes? ¿Por qué crees que en estos meses la gente se plantea metas?

Les doy algunas sencillas recomendaciones que les pueden ayudar en esta hermosa tarea de pensar en ser mejores personas a través de actos concretos a lo largo del año. 

Primero haz  una evaluación de cómo fue tu 2015; si te encanta ser exhaustivo puedes pensar en las diferentes áreas de tu vida (personal, familiar, amical, profesional, financiera, etc.) y escribir lo positivo y negativo de cada área; si sólo pensar en el 2015 te cansa, puedes evaluar de forma más directa respondiendo a estas 3 preguntas ¿Qué aprendiste del 2015, ¿Qué volverás/no volverás a hacer este año? ¿Qué palabra escogerías para resumir tu 2015?.

Luego piensa en el 2016 y responde: ¿Qué te gustaría lograr este año?; nuevamente si eres exhaustivo piensa en lo que te gustaría conseguir a nivel personal, con tu esposo/a, enamorado/a, con tus papás, hijos, amigos, en tu trabajo, estudios, etc; si pensar en tantas áreas te abruma, piensa en general y responde una o dos cosas a la misma pregunta. 

Lo importante para que las resoluciones se cumplan y estemos contentos con nosotros mismos, es pensar con estrategia, es decir responder a esta otra sencilla pregunta ¿Qué tengo que hacer para cumplir con esta resolución? Y empezar a hacer lo que se necesite, así en diciembre de este año o en enero del 2017 marcarás un “check” y te sentirás orgulloso de ti mismo, porque fuiste capaz de cumplir con esa meta, anhelo o sueño que hoy te propones. 

Estos son simples consejos que buscan ayudar a que nuestras resoluciones se lleven a la acción. De esto se habla mucho en Coaching y en talleres de Toma de Decisiones o de Planeación Estratégica; hay técnicas como el acrónimo SMART, la matriz FODA o ir de los Objetivos Generales a los Específicos; en fin, hay para todos los gustos y necesidades. 

Para terminar, sólo les recuerdo que hay un enemigo que siempre nos quiere boicotear… PROCRASTINACIÓN es su nombre, y busca que nos desanimemos y posterguemos lo que queremos hacer. No le tengamos miedo, compartamos nuestras resoluciones con gente que nos ayude a cumplirlas, que nos las recuerde y nos dé ánimos cuando estemos amilanados o perezosos, no tengamos miedo al fracaso o al error, seamos valientes y esforcémonos al máximo de nuestras capacidades y posibilidades; y si no cumples tus objetivos al 100% no te desalientes ni hagas dramas; evalúa lo que pasó, busca otra alternativa y sigue esforzándote. La vida te presenta muchas opciones, escoge sabiamente.
 

Verónica Neuenschwander Sahurie
Coach Integral

No Process... no progress

Después de más de un año y medio de estar corriendo; entre descansos necesarios, lesiones y momentos de perseverancia; uno de los sábados de entrenamiento en el que corremos entre cincuenta y cien personas e invadimos las calles en la mañanita para no tener problemas con los carros; con mi grupo de amigas empezamos a correr rápido y pasamos al grupo grande. En ese momento se nos acercó uno de los representantes más importantes de este deporte en mi país; pionero en la organización de carreras de este tipo, alguien con mucha pasión y experiencia en ese deporte, una de esas personas que uno ve y piensa “hay que escucharlo, él sabe”, y nos preguntó qué locura estábamos haciendo… le explicamos, muy orgullosas, que estábamos haciendo cambios de velocidad… nos miró, sonrió y nos dijo “no process no progress, entiendo que están en cambios, pero tienen que ser progresivos…. recuerden siempre esta frase, sin proceso no hay progreso” y se ofreció como voluntario para ser nuestro coach ese día y guiarnos mejor en nuestros cambios de velocidad. Ese día corrimos más kilómetros que cualquier otro sábado y lo más impresionante es que no estábamos tan cansadas como hubiéramos pensado, sino que al seguir las indicaciones de nuestro coach de ese día terminamos bien, impresionadas de lo que hicimos, que básicamente fue acelerar de forma progresiva.

En el trabajo es tan común escuchar “esto tiene que cambiar, no podemos seguir así, tenemos que mejorar”, pero al mismo tiempo al explicar los pasos que se necesitan para lograr el cambio o el progreso tan esperado, muchos se desaniman y dicen que es muy complicado o que lo necesitan ya, que no pueden esperar. Esto equivale a querer tener físico y fuerza con una sola corrida de cambios de velocidades o incluso olvidar que el esfuerzo tiene que ser continuo, día a día, etapa por etapa.

¿Por qué nos cuesta tanto esperar? ¿Por qué queremos progresos sin procesos? En inglés, en algunos casos, progress y process se usan indistintamente, y es que tienen una lógica: si no voy paso a paso, poco a poco, no podré progresar. A veces nuestra mente impaciente relaciona la frase “paso a paso” como sinónimo de “demasiado lento” y nos olvidamos que el progreso sólo será duradero si los pasos dados en el proceso son firmes, seguros, estratégicos y medidos. No pretendamos correr una carrera si sólo hemos entrenado unas semanitas y nos hemos sentido bien y estamos sin lesiones, no pretendamos progresos transformadores, en nuestras propias vidas y empresas, si no realizamos procesos transcendentales. Recordemos que a la meta se llega con estrategia no de casualidad.

Si se enredaron con las palabras proceso y progreso, no se preocupen, sólo relaciónenlas, no las separen, cada una por su lado no funciona porque se necesitan mutuamente. Cuando estén dando un paso importante y su cabeza piense que necesita ir más rápido, repitan “NO PROCESS, NO PROGRESS”, respiren con calma y sigan corriendo, sólo así se lleva a buen término las cosas.
 

Verónica Neuenschwander Sahurie
Coach Integral

Keep running 1

El “running” (actividad de correr) es un deporte que cada vez está más de moda, es común ver más “runners” (corredores) en las calles. Algunos corren de madrugada y luego se van a trabajar, otros después de dejar a los hijos en el colegio, otros cuando tienen un tiempito libre durante el día y hay también los que corren en las noches para relajarse después de un día de trabajo intenso. En general se ha tomado más consciencia de la necesidad de un estilo de vida saludable, que obviamente incluye hacer ejercicio, pero también el running es un deporte que no necesita mucho equipamiento ni lugar específico; uno invierte en las zapatillas y corre en la calle (y una buena selección de música para tener en el celular o en el Ipod siempre ayuda).

En uno de mis entrenamientos nuestra coach nos acompañaba y alentaba diciendo que los cuatro pilares del running son: fuerza, flexibilidad, técnica y perseverancia. Alguien que estaba medio desconectada, con los dos audífonos puestos y un volumen alto, gritó: “¿son los pilares de la vida?” y todas nos reímos, pero al mismo tiempo nos quedamos pensando y corriendo en silencio… creo que a varias nos gustó el comentario.

En el running, la fuerza es hacer ejercicio para endurecer los músculos de las piernas, abdomen y espalda; la flexibilidad es hacer ejercicios de estiramientos antes y después de cada entrenamiento; la técnica es saber cómo pisar, mover los brazos y la postura; y la perseverancia es ir a todos los entrenamientos, no faltar.

Al final de cada entrenamiento nuestra coach nos toma una foto y todas salimos re-mal (con cara de cansadas, rojas, medio despeinadas, etc., etc) y ella nos dice “Están lindas chicas, no saben lo que están ganando, están forjando su voluntad y eso es muy valioso”. Después de la foto, que sirve como control de asistencia, todas nos quedamos contentas y nos vamos rápido a nuestras casas, así aprovechamos que recién son las siete de la mañana y no hay mucho tráfico. Lo que nos alegra no es ver la foto del día en el grupo de runners, sino vernos cada día más capaces. Al principio es muy difícil levantarse temprano, estirar, correr, respirar, conversar, conocer gente nueva, regresar rápido para llegar a tiempo al trabajo…. es duro, duele todo….  pero poco a poco la voluntad va haciendo su aparición y nos muestra que si podemos, que los cuatro pilares nos están permitiendo estar firmes y que la gratificación interior se logra con perseverancia.

Existen muchísimos testimonios de runners que experimentan el running como un estilo de vida, un espacio de diversión, de amistad, una necesidad, algo que mejora el humor del día, etc., etc., frases como “nunca pensé que iva a correr una maratón”, “no puedo creer que ya esté corriendo 10 km si sólo hace un mes no corría nada”, “en el colegio huía de las clases de deporte y ahora me levanto temprano a correr, no lo puedo creer!!!”. Lo que tienen en común estos runners, es el  asombro con uno mismo, es la experiencia positiva de verse capaces, de que vencer límites físicos es liberador y de ir descubriendo que muchos de estos límites están más en la mente que en el cuerpo.

Tomando la frase de mi amiga despistada, la que pensaba que eran los 4 pilares de la vida, diríamos que en el mundo laboral también podemos construir apoyándonos en estos cuatro pilares: la fuerza sería la energía que uno saca cada día para mantenerse de pie; la flexibilidad, lo que uno necesita para cambiar de planes sin traicionar los valores; la técnica sería el conocimiento de cómo se hacen las cosas, estar enterados de lo que pasa en la realidad; y la perseverancia podría ser no cansarse de buscar el bien pero sobre todo optar por el bien, por lo mejor. Al final de la vida espero que nos encontremos cara a cara con Dios y verlo con una foto de nuestra empresa que tenga como título “Great Place to work”, en la que no importa si salimos bien, es más no nos va a incomodar salir re-mal, porque nos veremos agotados por el esfuerzo, cansados de apostar con perseverancia, pero podremos decir “fuimos capaces, llegamos a la meta, corrimos hasta el final” y estaremos eternamente felices…. Así que “keep running” la vida es una carrera en la que poco a poco forjamos nuestra voluntad…. (continuará)
 

Verónica Neuenschwander Sahurie
Coach Integral

Pepita de Oro

El gerente general de una empresa muy importante se puso de pie y dijo con voz enérgica y tono agresivo  -“No estoy de acuerdo en que hayamos invertido tanto tiempo en ésta dinámica, no me aporta mucho y no veo en qué puede aportar esto a mi equipo, ¿cuánto tiempo más tenemos que esperar para hacer algo útil? ¡Yo no te contraté para esto!”… esa es la frase que dejó en el aire a una coach en una capacitación, y en su interior sólo atinó a pensar “Dios mío, disimula mi cara, ese tonito de voz me dejó en el aire, ayúdame a manejar esto de manera profesional…. Dios mío, de verdad que necesito que me ayudes AHORA!!!”.

Pero esta historia no empieza en esta capacitación, sino en una conversación amical sobre temas cotidianos como: en dónde trabajas, qué chévere que te estés preparando para correr 21k o cómo así decidiste estudiar coaching; continuó con una llamada en la semana para preguntarle si podía capacitar en temas de coaching a un grupo de profesionales másters y PHD´s, y finalizó formalmente en una capacitación de dos días. 

La lógica de la capacitación fue hecha con un equipo de profesionales en el tema, el contenido fue consultado también con expertos en temas de coaching, se revisó el material de 4 capacitaciones, lecturas y temas de una Maestría en Coaching, conversaciones vía Skype con coaches con más de 5 años de experiencia, se utilizaron alrededor de 12 horas para conseguir algo a la medida, en resumen: la capacitación era buena, estaba muy bien pensada y organizada.  Pero, ¿qué hacer cuando al  “dueño del circo” no le gusta? ¿Por qué pasó esto? Esas dos preguntas también se las hizo la capacitadora en el momento del grito y atinó a parar la capacitación y preguntarle al resto de participantes lo que pensaban de la capacitación, y después de que todos expusieron sus puntos de vista, salió lo esencial, era un problema de expectativas, no de falta de preparación del contenido ni de comunicación por parte del gerente general, sino que ella quería dar todo un contexto teórico antes de la parte práctica y él quería sólo una parte práctica. Y ahí apareció otra pregunta en su cabeza ¿Y ahora qué hago en la tarde? Su esquema estaba pensado de forma diferente, y tenía que cambiarlo o mejor dicho inventarlo en el momento, porque fue sin plan B, confió en su plan super armado y en la seguridad de que antes había dado capacitaciones, en que manejaba el tema, etc., etc. Este momento difícil fue antes del almuerzo, y eso la ayudó, pues mientras todos conversaban sobre la ensalada, la lasaña y el cheescake, ella pensaba en lo que iba a hacer en la tarde, cómo cambiar el contenido, en qué parte de su lap top podría tener casos, etc., etc.  Al final del día, el gerente general le agradeció por cambiar su esquema original y hacer lo que él esperaba.

Para el segundo día de capacitación tuvo plan B, C y D, además la semana anterior le mandó el horario y contenido al gerente general, lo llamó por teléfono y un día antes volvió a escribirle preguntándole si todo estaba bien o si quería abarcar algún tema más. Ese día, antes de que la capacitación empiece, él la llamó y pidió disculpas por la forma en la que le habló, y la felicitó por haber manejado bien la situación. 

¿Qué aprendió ella con esta experiencia? Varias cosas importantes y nos las comparte:

•    Dios entiende perfectamente el significado de la palabra AHORA.
•    Antes de una capacitación hay que tener muy claras las expectativas de ambos lados.
•    No es suficiente ser amigos sino tratar de manera profesional temas profesionales.
•    No se puede caminar con un único plan (por más preparado, estructurado y lógico que sea) en la vida.

Pero sobre todo aprendió que a veces las cosas no salen como uno quiere, a pesar de que uno se esfuerza mucho, y es que como dice un antiguo dicho “yo no soy pepita de oro (en este caso, su capacitación no es pepita de oro) para gustarle a todo el mundo”, así que humildad y a seguir avanzando.
 

Verónica Neuenschwander Sahurie
Coach Integral