¿Soy inteligente emocionalmente?

Para saber si este artículo es para ti, analiza si alguna de estas preguntas tiene que ver contigo:

·        ¿Te das cuenta que tienes que controlar tu carácter porque te frustras o impacientas cuando los demás no captan tu punto de vista?

·        ¿Te sorprendió que en la evaluación anual de la empresa tu nivel de empatía salga bajo? Tú crees que no entendieron bien las preguntas porque en general tú eres simpático y te relacionas bien con los demás.

·        ¿Te incomoda cuando no entiendes las emociones de los demás o cuando “no los lees”?

·        ¿Normalmente impones tus ideas y defiendes tus argumentos con firmeza?

·        ¿Te sorprendes cuando los demás no entienden tus bromas y te parece que sus reacciones son extrañas o demasiado susceptibles?

Si alguna de estas preguntas hizo eco en ti y piensas que lo único que puedes hacer es ir a clases de actuación y aprender a disimular… te invito a leer este artículo y que al final saques tus propias conclusiones.

Hace poco dicté un taller sobre inteligencia emocional (IE), era un taller on line en el que expuse el tema durante una hora y luego respondí preguntas durante una hora más. La plataforma me permitía interactuar con los participantes y les pregunté si habían escuchado el término “Inteligencia Emocional” y si habían leído o participado antes de un taller sobre el tema. Todos habían escuchado el término y la mayoría había asistido a un taller; y es que actualmente es un tema vital. No en vano se han escrito alrededor de tres mil artículos científicos sobre IE y los datos ahí recogidos demuestran que la IE es un diferenciador clave entre las personas que destacan (profesional o personalmente) y el resto del grupo.

La IE es la capacidad de reconocer sentimientos propios y ajenos y la habilidad para sobrellevarlos. Los elementos que la componen son: auto consciencia (reconocer, entender y gestionar las emociones y estados de ánimo), auto regulación (controlar y re direccionar impulsos y estados de ánimo, ser prudentes), motivación (pasión por trabajar, perseverar con energía para conseguir metas), empatía (percibir las emociones de los demás y tratarlos según sus emociones) y habilidades sociales (manejar relaciones, encontrar puntos en común, construir redes de contacto). De estos cinco elementos, ¿cuáles son actualmente los que tienes desarrollados y los que tienes que mejorar? Si al leer estos componentes la primera persona que se te vino a la cabeza que necesitaba mejorar su IE fue tu jefe, suegra, esposo, hija, vecina, amigo del colegio y demás conocidos; haz una pausa, respira y piensa primero en ti… haz una autoevaluación y mira qué hay por trabajar en ti. De repente no eres tan simpático, gracioso, empático, asertivo, etc. como crees; a veces nos cuesta ver qué es lo que necesitamos mejorar en nosotros mismos pero tenemos clarísimo lo que deben de mejorar las personas que nos rodean.

¿Realmente se puede crecer en inteligencia emocional? Sí, porque de lo que se trata es de que seas tú mismo, sin comportamientos contraproducentes sino con conductas más adaptadas, con hábitos nuevos que remplacen tendencias tóxicas y que tu percepción hacia los demás mejore.

Es un reto en el que hay que fijar la mirada en lo que se va a ganar, no quedarse sólo en el esfuerzo. Para eso les dejo algunas herramientas que los pueden ayudar a desarrollar su IE.

·        Buenos programas de coaching o de desarrollo personal: numerosos estudios demuestran la plasticidad del cerebro y la capacidad para formar nuevos hábitos. Hay que tener en cuenta que algunas personas son más “coacheables”, es decir están más abiertas al cambio y son valientes para salir de su zona de confort.

·        Recibir feedback: todos tenemos puntos ciegos, dejemos que los demás nos ayuden a verlos.

·        Hacer pausas: para escucharte a ti mismo (pensar antes de hablar, leer tus signos físicos: sudoración, tembladera, dolor de cabeza, etc.) y para escuchar a los demás (es un diálogo no un monólogo).

·        Ponerse los “dos zapatos”: ver tus puntos de vista y los del otro.

·        Aprender de los errores: no seguir cometiéndolos, cambiar de estrategias.

·        La IE se relaciona con la madurez: las experiencias de la vida y asumir responsabilidades nos enseñan a conocernos más y manejarnos mejor.

Lo que tú tienes que ofrecer a los demás, nadie más lo hará como tú, porque eres único e irrepetible, por lo tanto trabajar en tu IE siempre valdrá la pena, porque estarás construyendo una vida y una carrera exitosa que te llenarán de satisfacción a ti y a las personas que te rodean. ¿Aceptas el reto?.

 

Verónica Neuenschwander Sahurie

Psicóloga – Coach Integral